Como bien dicen por ahí: “si quieres cambiar el mundo, da tres vueltas por tu casa”, y así es. Buscamos arreglar todo allá fuera sin siquiera tener idea cómo gobernar nuestros adentros, cómo limpiar nuestro caos de vida, cómo gestionar nuestras emociones, cómo amar sanamente, cómo corregir nuestros errores, cómo ser generosos con los que nos rodean, cómo perdonarnos y perdonar a quienes nos ofenden. Es más fácil ver allá afuera con claridad lo que “hay que hacer” o lo que la gente tendría que corregir, pero qué pasa cuando volteamos a vernos? No tenemos idea por dónde empezar. No nos conocemos, no sabemos nada de nosotros mismos ni de cómo reparar los daños que llevamos tatuados con tanto ahínco, ni de cómo sanar aquello tan viejo que recordamos tan distorsionadamente. Habría que quedarnos quietos un rato. Observarnos, reconocernos, escribir, soltar, regresar al presente y retomar con honor la vida que nos toca vivir. Sin desear la ajena, sin maldecir mis cartas, sin lamentar lo sucedido, simplemente ESTAR con eso que somos y forma parte de nosotros. He pasado tantas horas integrándome que veo que es lo que hace falta hoy: dejar de declararnos la guerra (a nuestro pasado, a nuestros errores, a nuestros agresores) y comenzar a integrarnos. Aceptar e integrar eso que nos conforma, eso que sí ha sucedido pero decido aceptar con humildad que sí me sucedió. Porque soy humano. Porque nada me diferencia del otro. Porque la vida nos sucede a todos y para todos. Haz las paces contigo. Respira. Hay que empezar con uno, así… humildes, con el corazón en la mano, con la rendición en la espalda, con el vacío en el estómago, con las emociones en el pecho. Y ahí comienza todo. Empiezas por ti. Empiezo por mí. #p#psicologiap#psicologíaa#autoconocimientor#reflexionm#motivaciona#amortrabajopersonal - @carlacardonag